domingo, 28 de diciembre de 2008

LAS CARTAS DE SARA - IV

Amiga mía: Todavía no me repongo de la impresión que me causó el asalto que sufriste. El propio doctor Moreno me llamó para que atendiera a Dante y me dijo que usara libremente el teléfono. Me sentí más tranquila al escuchar tu voz que calmó ese desasosiego que me obnubila cuando peligra alguien que amo. El doctor Moreno (Maximiliano es su nombre; Max desde ahora para nosotras así no escribo tanto) salió discretamente y no volvió a su consultorio hasta después que hube hablado con vos. A pesar de su aire abstraído me preguntó si me sentía bien, ya que seguramente mi rostro traslucía la preocupación por lo sucedido. Fue tan cordial que le comenté el incidente y se alegró de que no hubiera sido más grave. Ya pasó a engrosar mi agenda de personas confiables, y vos sabés que salvo en cuestiones de amor, poco me equivoco en mis juicios. Aunque te fastidie, opino lo mismo que tu mamá y Dante. La sacaste barata. Los huesos tienen arreglo. ¿Te acordás de lo que opinamos acerca de las personas imprescindibles? Pensá... Imaginate que vas a disfrutar más tiempo de la compañía de tu novio, que tu mamá va a superar sus expectativas de gallina clueca (dejate atender sin pelear), que mis cartas van a amenizar tu recuperación, y sobre todo, que estás viva, que te queremos, que encontraste la mejor excusa para adelantar mi visita. Después de una semana volví al centro de Gantes y recorrí casi todo el pueblo en bicicleta. Di una vuelta por la plaza adonde convergen todas las arterias (Azul, Rojo, Verde, Amarillo, Blanco y Pardo), con la particularidad de que las aceras son de baldosas hexagonales con el mismo color de su calle. ¿No es la materialización de tus deseos de despistada? Representate una rueda de seis rayos con las gamas mencionadas y los tonos orientándote en cada diagonal. Las casas son de distinto estilo. Algunas de una planta, otras de dos. Todas tienen jardines muy bien cuidados y están dispuestas sobre amplios terrenos. Hasta las más pequeñas se ven suntuosas, y los autos estacionados fuera de las cocheras son modernos y costosos. Antenas de radio y parabólicas en casi todas las propiedades. Infiero que la gente de menores recursos vivirá en los suburbios, como los Biani. Esperaba encontrar niños y perros jugando afuera, pero no vi ninguno. La plaza está muy bien cuidada y en el centro hay una pérgola techada para espectáculos al aire libre. Es un placer sentarse en los bancos rodeada de árboles frondosos y arbustos florecidos. Tanta vegetación y ningún trino. La oficina de correos está sobre la calle amarilla ascendente (AA) y la escuela sobre la amarilla descendente (AD). La confitería sobre la roja ascendente (RA) el cine sobre la RD (¿captaste?). La iglesia sobre la VA, la municipalidad sobre la VD, el museo sobre la LA (si no adivinás te lo aclaro en la próxima), el edificio de bomberos sobre la LD, el teatro sobre la BA, un complejo comercial sobre la BD, un video club y disquería en la PA y la comisaría en la PD. Ese día había poca gente fuera de sus casas. Cuando me cruzaba con alguien, me miraban con cierta curiosidad y me saludaban. Supongo que recurrirán a la telefonista en averiguación de antecedentes. Como habíamos quedado con Francisco en encontrarnos a las 20 hs. en el video club, no tuve tiempo de recorrer los lugares que te mencioné. Volví el fin de semana y ya te voy a contar qué lugares y a quiénes conocí. Francisco llegó a las 19.30 hs. y eligió una película. Curioseando, vi el último CD de los Big Boys y recordé con cuánto fervor deseaba tenerlo Analía. Si vacilar, lo compré y lo hice envolver para regalo. Por una senda entre AD y PD, volvimos en poco tiempo a su casa. La bici, y conocer la geografía del pueblo, me llenaban de una sensación de libertad. Llegamos un rato antes de la cena y yo llamé a la huraña jovencita desde mi cuarto. Apareció con un gesto de fastidio. En ese momento recurrí a todos mis conocimientos de logística, estrategia, sicología juvenil y especialmente a mi instinto. Una sonrisa confiable, una mirada firme, un gesto cómplice al tenderle el brillante envoltorio. Lo tomó con reticencia. Le hice un gesto para que lo abriera y ¡si vieras qué lucha interior entre recibir el obsequio y aceptarme, o rechazarlo y mantener la distancia! ¡Big Boys ídolos, todo lo pueden! Para reforzar el ablande le dije que como a mí me ‘encantaaaba’ esa banda había imaginado que a ella le gustaría escucharlos y que si ya tenía esos temas podía cambiarlos por otros. La propuesta la sobresaltó (yo jugaba con ventaja porque había escuchado como ella le confiaba a Daniel su deseo de tener esta nueva grabación) y me dijo que gracias, que estaba perfecto y que lo tomaría como regalo de cumpleaños adelantado. Le pregunté cuándo sería y me contestó que a fin de mes. Y ¡sorpresa! Se interesó por mi cumpleaños, me dio un beso, y salió con una sonrisa feliz a escuchar inagotablemente el CD (los decibeles seguramente se deben a su generosa disposición para compartirlo con otros fans). Durante la cena me dirigió por primera vez la palabra y yo descubrí cuánto disfrutaba por estar en armonía con los tres hermanos. Creo que Mercedes y Antonio notaron el cambio de clima y parecían complacidos. Me vine a mi dormitorio con la sensación de haber obtenido un logro importante. Como tengo sueño y lo breve y bueno dos veces bueno (¿?), te deseo buenas noches, paciencia y bienestar. Sabés cuánto te quiero. No me des más sustos. Sara”.
-Esto pasó en la semana siguiente a la partida de Sara –dijo Rosa.- ¡Qué mal recuerdo, Nina! Si el mocoso hubiera sacado una navaja en lugar de empujarte…
-¡Pero no hizo más que empujarme, mamá! Yo caí con el pie doblado y sólo tuve un esguince –contestó para restarle importancia al incidente.
-Que te tuvo enyesada por veinticinco días. Eso de llamarme gallina clueca no me lo habías contado… –agregó con tonito de censura.
-Es una chanza de mi amiga, -dijo Nina riendo.- ¿Adónde se metió tu sentido del humor? Además, para ella que careció de cuidados maternos, esa comparación es un halago.
Rosa no parecía muy convencida, pero no siguió con el tema. En cambio, opinó:
-Se nota que Sara quería compartir esta etapa de su vida con vos, y aunque a veces se muestre vacilante, no parece nunca pedirte consejos.
-Ma, yo al lado de mi amiga tuve una vida privilegiada. Cuando murió su papá, quedó prácticamente huérfana de padre y madre. Su mamá se tiró en una cama y no volvió a levantarse. Y su enfermedad se llevó los mejores años de Sara y los ahorros del padre. A pesar de eso, le quedó tiempo para ser una hermana para mí. La vi llorar pero nunca abandonarse al sufrimiento. De dónde sacaba fuerzas, no sé…
-Vos también fuiste una amiga leal –certificó su madre.
-Sí. Pero entonces no me daba cuenta de su gran entereza. –Volviendo a la realidad:- Continúo antes de que amanezca.

No hay comentarios: